martes, 9 de septiembre de 2008

VIAJE SEGÚN JULIO


- Y así es como viajan los cronopios. Un día alguien avisa que hay un paquete en la aduana. Uno va a la aduana y de golpe las dificultades crecen, hay que llenar formularios, explicar que no está enfermo de cólera (el paquete ¿pero quien lo prueba, si para empezar nadie sabe lo que contiene el paquete?). Para probar que no hay cólera ni una bomba habría que abrir el paquete, pero el paquete no puede ser abierto hasta que se haya comprobado que no tiene microbios de cólera o medio kilo de dinamita. Todo el mundo grita, llora, insulta, vuelva mañana, no vuelva nunca, esto no es vida.
- - La gran sorpresa para mí fue que la gente de mi edad, de mi generación, no entendió nada. Las primeras críticas de Rayuela fueron indignadas. Ni entendieron Historias de cronopios y de famas. Por supuesto no entendieron nada. Pero Rayuela cuenta más para mí en cierto sentido que los cronopios
La batalla en esta parte de América había terminado y nos habían derrotado en las islas Malvinas. Creíamos en esa democracia recién nacida, débil y llorosa que ensuciaba pañales. Podíamos hablar de Julio Cortázar, nos creíamos ganadores, los medios de comunicación convocaban nuevamente periodistas, se acabó la prohibición para los discos de los Beatles y El Principito se había regenerado.
La búsqueda siguió hacia el sur, ya no me acompañaban más que mi mochila y mis libros, Ricardo y Julio habían partido, pero había un montón de mocosos naciendo y creciendo por ahí.
- Si se pudiera romper y tirar el pasado como el borrador de una carta o de un libro. Pero ahí queda siempre, manchando la copia en limpio, y yo creo que eso es el verdadero futuro.

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