martes, 9 de septiembre de 2008

ENFERMERO!


En Francia comienza el Mundial de Fútbol de 1998, la selección argentina tiene que jugar contra el propio director técnico y contra algunos referís. El país tiene que luchar contra el gobierno de Carlos Menem, la desocupación y las mafias. El narrador está apunto de perder la batalla en un hospital.
En la siguiente escena, los enfermeros son fanáticos del fútbol y la televisión, los pacientes son aquellos inmigrantes que llegaron cuando era la tierra prometida de petróleo y manzanas.
- Vamos, vamos, ¿no saben que ganó Boca? ¿Que les parece el equipo nuevo? ¡Carajo! Vamos a bañarnos, hay que estar limpios.
El enfermero trajina por el cuarto, poniendo orden con energía, afuera es invierno.
Don Parra grita desde el baño
- Me trague una manguerita, me trague una manguerita... Oiga, el jabón... ¡el jabooon!
- Jabonate, jabonate nomás que ya va el que sigue... El que sigue... ¿Quien sigue? Vamos, voluntarios para el baño... Vamos, dale que ganó Boca, y tengo que llevar a mi mujer a buscar el coche que ayer se me rompió, le dije a la idiota que no lo llevara a ese mecánico... Vamos chicos... - Golpea con la toalla la otra cama y el otro paciente salta como un resorte y se quita la ropa en forma absolutamente mecánica. Corre hacia el baño y en el camino se desorienta, son las seis de la mañana.
- Sí señor, sí señor, sí señor
Sigue el diálogo que no espera respuesta - Como te decía, mi mujer se llevó el auto, dame toda la ropa, vamos toda... acá hay que bañarse todos los días...
- ¿Que hora es don Parra?
- Las ocho, nos van a traer el té (Va saliendo)
- Yo no tomo té. Me voy a la casa de mi hermana y me van a dar leche
Sandoval está solo, nunca han venido a verlo, don Parra sigue su monólogo:
- Son las ocho - Se escucha el sonido de chorro líquido- Me tragué una manguera... me tragué una manguera...
El enfermero les va quitando la ropa que pone en una bolsa, mientras los reta amigablemente. Aunque se enoje, volverá a encontrar las camas meadas como siempre. El narrador está inmovilizado con tubos y mangueras, aún así no ha perdido el mal carácter.
- Son las seis de la mañana... todos los días a las seis deben hacer este quilombo...
Don Parra sale del baño, pero como no ve nada, tropieza con Sandoval que quería entrar. Bailan un minué en la puerta, Sandoval tiene que acompañar al anciano hasta su cama. El narrador solamente puede enojarse, una manera de esquivar la angustia.
- Yo no me baño nada, ni con una grúa me levantan con este frío (Le grita al del baño) ¿Cómo está el agua?
- Antes estaba fría, pero me parece que se calentó, qué sé yo, o me acostumbré... pero no hay jabón ni papel higiénico...
Don Parra vuelve a sus alucinaciones - ¿Qué son esos pollos que andan ahí?, Se mi han soltao los pollos doña, se me sueltan nomás los pollos y nadie los va a juntar... - Tiene flatulencias, tose y silba. Algunas veces le silba el pecho por la enfermedad y a veces él mismo silba porque se divierte con la confusión...
Sandoval habla desde el baño, como si las conversaciones no se interrumpieran, en el hospital el tiempo es relativo.
- Tantos años trabajé con el diputado en el puestito, allá en la barda, tenía un lindo piño de chivas. Siempre me llevaba comida, azúcar y yerba...
A don Parra le recuerda algo: Chivita, chivita
Que lindo es ver a la cabra
Cuando tiene tres cabritos
Mientras dos maman la teta
El otro se caga a gritos
Por seguir hablando, nuestro narrador le pregunta -¿Era lindo el puesto?
- Lindo, con una represa para juntar agua para las chivas y los perros. Yo le había hecho como una división con chapas de unos letreros, de ésos de propaganda, y ahí puse la camita, el agua que juntaba de la represa la ponía en un tacho de esos de 200 litros de la juguera que me había llevado él mismo para tener el agua más fresca, a la sombra. La camita también me la llevó él y yo la arreglé y todo... el colchón me lo fue descontando después... pero me robaron todo... hasta la radio me robaron...
Se puede entrar y salir del mundo de Parra en cualquier momento: - Esos pollos sueltos... me trague una trompetita... me trague una trompetita...
Cuando vuelve el enfermero se acaba esta escena.
- Ahora se van a acostar hasta que vengan los controles ¡Parra! ¡Que desastre!...¿Qué hiciste vos? ¡Te measte de nuevo y te cagaste encima!
- No, me tragué una manguera. Yo le dije a la doñita que se me iban los pollos, pero no me dejan mover, mire cómo han dejado todo sucio los pollos. - el enfermero lo lleva al baño - ¿ Dónde me lleva señor? ¿No ve que estoy todo desnudo? Así no puedo ir a ningún lado caballero, tengo que ponerme los zapatos... ropita bien planchada... me gustaba más cuando venía esa señorita tan linda. ¿Cómo se llamaba?
- Lidia esa era Lidia
- Las niñitas no han venido a verme hoy... qué raro... vienen todos los días
- ¡Que niñitas ni qué tanto!. A ver si aprende a venirse a la cama solo.
- Yo puedo andar solo caballero, pero no me dejan porque dicen que me ando caendo, usted es tan generoso caballero que Diosito que está acá conmigo lo va a bendecir... por favor, si me da los zapatos me voy... mire cómo me han dejado sin zapatos... no me puedo ir así...
- Si está en pelotas, desnudo completamente ¿Adonde se va a ir? Camine a la cama
- Ya escuché, ya escuché... pero... ¿porqué no me dejan hacer mis cosas? ¿Dónde está la doñita? ¿ Y las niñitas tan bonitas porqué no han venido hoy?
Por milésima vez el enfermero los pone en orden, es demasiada diversión
- ¿Qué me hacen? Se me sientan en las sillas, vamos.
Volvemos al mundo de don Parra:
- Estos perros son iguales a los que había allá, en mi casa, donde mi finada mama
- ¿De dónde es usted?
- De Cura Cautín
Sandoval insiste - Pero... ¿ de dónde?
Parece un concurso de televisión - Cerca de Temuco
-¿Y dónde queda eso?
- Por el lado de Pucón
- ¿Y dónde queda eso?
Interviene el narrador:
- En Chile, eso queda en Chile. ¡ Y dejen dormir!
A don Parra le pasa de nuevo el “accidente”
- La manguerita, la manguerita...
- Déjese de joder hombre con la manguerita...
- No me dejaron ir al baño, no ve... ahora esa señorita tan amable se va a enojar.
- ¿ Y porqué está en el hospital?
Nuevamente el narrador, desde su cama - Debe ser enfermo del pecho... ¿no oye como tose?
- Me tragué un pitito, Tengo dos clases de ataque, oiga, por eso se enojó la doñita y me trajo aquí, porque dice que me ando caendo. Antes, hace mucho, mi mujer también decía que con los ataques yo le pegaba, pero la pobre un día se me murió, allá en Catriel...
- ¿Qué clase de ataques?- pregunta el narrador.
- Claro, de dos clases... Primero me daban los ataques eléctricos... ahora que hace frío nos tienen que traer el anís, once años manejé el camión por la cordillera, y no había caminos como ahora, y tomábamos anís o chicha de uva. No me gusta la chicha de manzana. Entonces no me daban los ataques esos que me caigo, son ataques eléctricos, y después me empezaron a dar los otros, esos de la panza, y me tragué la cornetita. Los de la panza se me pasan con el anís, pero acá no me dan anís, me hacen acordar a mi mujer...
El enfermero viene a buscar a Sandoval, que ya quiere irse- Vamos, vamos así nomás. La ropa debe estar en el lavadero... después la manda a buscar... mire que vamos a casa de su hermana ¿qué le parece? Y pensar... bueno... yo no quiero opinar, pero acá se comentó mucho que usted era un chileno y para colmo indocumentado ¿vio? Y había tenido acá nomás su familia. ¿Son del Valle no?
Parrita se entusiasma- ¿Chileno? Igual que yo... la libreta la saca para votar oiga, que nosotros igual votamos; ahí le dan una libreta...
- No, del Valle no, vinimos con el finado mi padre desde Chubut a la mina San Eduardo, por allá por Chos Malal... pero ni me hable, eso fue un puro engaño ¿se acuerda? – El diálogo es mezclado, será difícil contarlo tal como se desarrolla, pero es real (¿Real?)
- Sí, claro, cómo no
- - Macanas, qué se puede acordar usted... hace como cuarenta años de eso
Parra está otra vez desnudo.
- Hace frío, deben haber dejado algo abierto, viene aire del patio... ¡Doooña! ¡Doooña!...¡Cierre la puerta carajo!
- A ver si puedo ayudarlo, don... trate de orientarse que yo le voy diciendo por dónde...
- Gracias caballero, Diosito que está acá conmigo le va a agradecer.
- Bueno, bueno, escúcheme, venga hacia acá... despacio no vaya a tropezar descalzo...
- No me dan los zapatos, ¿vio? No quieren que vaya a cobrar, yo tendría que ir a cobrar, mi mujer me cobraba ella.
- ¡Cuidado! Doble, doble, vaya agarrándose de la cama.
Hoy han traído un nuevo paciente. Su especialidad es sentarse de cara al rincón y hablar con la pared.
- Acá son buenas personas y siempre lo curan. Le van a hacer análisis y se va a quedar un día o dos y se va de alta. Hay que portarse bien, si no lo vienen a buscar, ya sabe cómo es...
- ¿A quién le habla – El narrador no puede ver nada.
- Siempre dicen que es por el vino, pero es el pulmón. Siempre dicen que es por el vino. A me operaron una vez en el hospital de Neuquén, me queda medio pulmón. En ese entonces fumigábamos... y después con el humo contra las heladas... Pero quedé fenómeno con el pulmón que me queda. Después vinieron a hablarme de noche... (Silencio)
Alguno siente ganas de intervenir.
- ¡Ahh! ¿Y usted qué escucha? – Pero él sigue en su actitud.
- A él lo ayudo siempre, el habla también y a veces lo vienen a buscar, pero quedate tranquilo, acá te curan bien... es el pulmón (silencio)
En eso el de la cama de al lado comienza a rascarse furiosamente
- Son piojos... carajo, éste es un lugar limpio. ¿ De dónde salieron los piojos?.
Se apaga la luz, todo vuelve a la penumbra. Los sonidos indican que “afuera” transcurre un parto. Se oyen voces, carreras, el enfermero entra y sale un par de veces para “controlar”, en una de las entradas prende el televisor, Ricky Martin canta la canción del mundial de Francia. Don Parra está en el mundo real ahora.
- Allá juntábamos jaivas para vender. Un escudo el par nos pagaban. Entonces íbamos a un cine que había en el pueblo, y nos volvíamos de noche. Para vender las jaivas esperábamos que pasara el tren que venía de Santiago. Después me vine para acá, había más trabajo y estaba el viejo Perón y nos daban trabajo en las chacras. Vivíamos como cinco paisanos en una piecita... ¡Qué manera de tomar cuando nos pagaban! En invierno se ponía jodido... trabajo no había, pero yo me rebuscaba manejando el camión... Ahora ya no sirvo para las chacras... se me fueron los dos hijos que tenía mi mujer cuando empezaron los ataques eléctricos... Decían que yo le pegaba y un día se murió del corazón... Los chicos son flojos, ya no quieren sufrir en la chacra...
- Este niño lindo... se quiere dormir. ¡Puta madre! ¡Me pica por todos lados!...Son piojos de paloma. ¡Diablejo son! – La canción del mundial pone fondo a esta desesperación. El del rincón continúa su letanía.
- No, como buena gente, el patrón es buena gente. Lo que pasa que a él el dueño de la chacra no le paga. Y muchas veces se queda todo el mundo sin cobrar un peso que es cuando los galpones los estafan, o cuando cae piedra, o qué sé yo. Esta gente no siempre gana como para pagar y entonces nos arreglamos. Mi patrón últimamente me deja echar una colchita en el piso, allá en su casa. Trae un churrasco y un vino y entonces lo que como me cae mal por la humedad ¿vio?
- ¿Pero qué es lo que le cae mal? – pregunta el narrador,
- A mí nada me cae mal, y aquí hay una comida muy buena, nada más me dan esos ataques de la panza, pero no es la comida – Parrita tiene buen apetito. El nuevo por fin responde
- No señor, nada que ver, lo que pasa es que yo tengo esta gastritis y es por la humedad. La casita está muy cerca del río, donde antes se inundaba, y entonces cuando nos quedamos y tomamos un poquito de vino yo no quiero volver en bicicleta porque una vez me caí... El patrón sí que se acomodó, le dejaron que fuera ocupando ese solar en la costa, nadie reclamó nada porque se inundaba todos los años, y ahora es todo de él... hasta préstamo consigue a veces para las elecciones... Yo iba a hacer lo mismo pero estoy medio enfermo.
- Pero eso es por el vino, no tendría que tomar nada de alcohol...
Don Parra se ríe - ¡Qué bruto! Acá no le van a dar alcohol, el alcohol es para otra cosa. A mí me podrían dar anís
- No, si no tomo más nada – Ya no habla con las paredes - Desde esa vez que rompí el ventilador con el banco... ahí sí que estaba jodido...
- ¿Qué ventilador?
- El de acá, el que había en esta pieza.
- ¿Porqué lo rompió?
- Por las voces.
En ese momento se hace un pesado silencio y entra el enfermero trayendo una camilla. Detrás un médico alarmado.
- ¡ Enfermero! ¿Qué pasó?
- Trajeron a Sandoval de nuevo, por la guardia. ¿Lo voy a preparar?
- Voy a ver el informe. Sería mejor derivarlo a Neuquén esta vez
Se van con la misma urgencia, hay un clima expectante. Desde sus camas todos participan de lo que pasa. El enfermero tapa la cama de Sandoval con un biombo y apenas se escuchan sus movimientos. Es el ambiente de la selva cuando rondan los grandes depredadores. Nadie habla. Al cabo de unas horas, se llevan la camilla nuevamente, pero ahora Sandoval se va con la cara cubierta, todo cubierto e inmóvil. Por la noche cuando vuelve el enfermero, trata de poner animación a la sala, vuelve a ser enérgico.
- No pasa nada, no pasa nada, vamos Parrita, vamos... - Don Parra se estaba escabullendo de nuevo hacia el pasillo.
El sábado es la fiesta del pueblo, va a desfilar la policía y le entregarán medallas a los Pioneros. Estos que están en la sala no van, no figuran en ninguna lista. No son importantes, fueron los que trabajaron con la pala, con la azada, abonando la tierra, regando y plantando cuando no había nada, ni fiesta de los pioneros.
Comenzaron los festejos con fuegos artificiales y el médico que atiende la guardia necesita al enfermero.
- Flaco, vamos, tenemos un herido de bala, un escopetazo, vamos...
- Sí doctor, lo dejo acostado al viejito y voy
- Hay asado en la plaza, así que en la guardia estamos apretadísimos... ya viene otro apuñalado... Vooy – Nuevamente carreras, voces, urgencias.

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