Me parece que está más animada, pero se toma tiempo para encender un cigarrillo, toma otro sorbo mirándome por encima del vaso y me doy cuenta que recién entonces repara en mi existencia allá, en esa sombra de botellas y madera. Me guiña un ojo. ¡Menos mal!
Al finalizar el trago, esa nueva mujer que apenas se parece a la que había entrado, me hace un gesto con el pulgar hacia arriba, se sacude la ceniza de cigarrillo de la blusa y sale con paso aventurero enristrando un busto bien carnoso y una sonrisa de seguridad más roja. Se va por la escalera, pero queda una sensación agradable, como de triunfo.
- Aunque haya que seguir lavando y acomodando vasos y cubiteras.
- Ugné Karvelis, es algo así como la contrafigura de Aurora Bernárdez: tempestuosa, volcánica, sensual, habla con fuerte voz de tabaco, bebedora, expansiva, una mujer que no parece del Norte sino latina, y además una latina fogosa
- Lo que queda por decir es siempre una nube, dos nubes, o largas horas de cielo perfectamente limpio, rectángulo purísimo clavado con alfileres en la pared de mi cuarto
Hasta el viernes no tenía que trabajar, pero el viernes llegó, como todo llega, y hubo que aparecer otra vez detrás de la barra, fresco y alegre (más alegre que nunca) y trabajar casi como de costumbre.
Había una diferencia ahora, ella se sentaba cerca de mí allá en la oscuridad de botellas y heladeras. Una oscuridad buena para besarse de vez en cuando, o para una caricia al pasar. De ese otro lado con luces en tono caramelo, un par de manos tocan en el viejo piano vertical algo de “Fats” Waller, o un clarinete y una batería atacan algo de Moody Waters. De este lado acaramelado y satinado por la piel de ella, también hay melodías en sus dedos de larguísimas uñas rojas (presiento) que agarran con fuerza el contorno del muslo que está hacia abajo del mostrador y la barra oculta el frotarse una pierna y la otra sobre un pantalón una pierna y un miembro ya rígido hace varios sonidos de saxo y el sexo que apunta enmelando el mástil y los dedos se cierran jugando las notas nadie es capaz de penetrar como yo en esa oscuridad para ver mi vergüenza que la excita y me hace temblar como una máscara idiota mi sonrisa saliendo entre vasos el brillo de tragos y cubitos de hielo que el propio vapor corporal derrite y mana en final de sonata derrama abajo trazando espeso mi arpegio sobre un pantalón y la tela no espera en apuro alterado las manos separan, liberan desnudan viril instrumento de vana armonía las yemas despiertan un botón del teclado pellizcan sedosa mudez que desnuda jadeos y arriba vacía sonrisa y abajo mejillas deslizan despliegan descubren mojada boquilla que emboca pimpollo y saliva de músico en boca de ella es glissando y cerrando los labios la lengua lengüeta de oboe feroz que suena vertiendo y llenado rebosa y reboza con caldo en tanto el cuenco de negra palma acaricia y sopesa el timbal de parche velludo y las uvas tremolan y vibran de esperma que fluye hacia arriba y empuja cascada en sonidos de charco.
Todo esto cerca mientras de aquél lado, en la luz, felices los músicos cantan, le gente ignora la lucha animal de esta pequeña selva, toman más cerveza, más whisky, los vasos se renuevan y solamente irrumpe el silencio al final, en el último salto. Después de unos buches de vodka, Claudia se recuesta contra unos cajones de cerveza y se queda dormida. Es entonces cuando está más deseable. Todavía hay que limpiar y acomodar porque mañana será otro día de trabajo y porque hoy –ya - es sábado, decía Vinicius.
En realidad cuando compramos aquél Citröen 3 CV nunca pensamos que también en esto había una especie de venganza. En lo único que pensamos fue en que un autito como ése, casi un Pegaso mágico y trasnochador, era la solución a los largos viajes desde y hacia el centro. También pensamos que era la mejor forma de trasladarnos con nuestras respectivas parejas transitorias hacia sueños definitivos. Lo que no estaba previsto era tener que sacar el Citröen de una acequia orillada de tipas en plena avenida Costanera una madrugada de lluvia. Adentro esta chica, rodeada de vapor que empañaba los vidrios y en Radio Nacional Mendoza sonando el Triple Concierto versión de Oistrach; Ostropovich y Richter. Afuera está él, tan torpe con el agua hasta más arriba de los tobillos, tironeando y tratando de levantar el autito por suerte tan liviano puras latitas y lona.
- "Ayer por la mañana llegaron los cronopios a la hora en que Aurora y yo dormíamos con ese encanto especial que tiene el sueño después que ha sonado el despertador y uno está seguro de que va a llegar una hora tarde a la oficina." "Aurora y yo, encastillados en nuestro granero, nos dedicamos al trabajo, a la lectura y a la audición de los cuartetos de Alban Berg y Schoenberg, aprovechando de la ventaja de que aquí no hay nadie que nos golpee el cielo raso." "Aurora lee por sobre mi hombro y me moja una oreja con un beso para ustedes."
Después de un rato de esfuerzo cómicamente grotesco, llega la ayuda de una camioneta, un estridente chirrido de latas descosidas y el auto sale tosiendo y chapoteando hacia el nidito de sábanas calentitas.
Mañana me daré por enterado y revisaré si hay daños, pero ellos, el muchacho y esta chica flaquita, están en la habitación tan romántica desde donde se hacen escuchar a cada rato algunos estornudos. Por suerte el resfrío fue grande pero no llegó a pulmonía, y después de todo, el amor todo lo cura. ¿No? .
- Es bastante horrible esta prudencia que corresponde al escéptico, que todas las hojas de todos los árboles de nuestra vida, presentes para Funes el memorioso, estén perdidos para nosotros. Que estén ahí como el siglo diecinueve, sin estarlo, si no estuvieran, en una memoria pasiva apenas algunas tentaciones, al tiempo que las cosmogonías o el libro de Las mil y una noches que se niegan a obedecer a la voluntad. Soñé pero me resultó imposible. Me hubiera gustado mucho, pero quedó en el camino porque no era una empresa estúpida, y en cambio, difícil.
- No siempre he sido fiel a ese cauteloso dictamen; he leído con singular agrado Las Armas Secretas, de Julio Cortázar, y sus cuentos, como aquel que publiqué en la década del 40, me han parecido magníficos. Cartas de mamá, el primero del volumen, me ha impresionado hondamente. En Cartas de mamá lo trivial, lo necesariamente trivial, está en el título, en el proceder de los personajes y en la mención continua de marcas de cigarrillos o de estaciones de subterráneo. El prodigio requiere esos pormenores.
Sigo buscando Magas a campo traviesa en sótanos y paletas de colores pastosos, violetas de amanecer, damasco de verano, no es lo mismo el otoño en Mendoza cantamos un coro de hojas que dicen adiós.
- Aurora: “Toco su boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano en tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja... “ Ahora leí en los diarios que Borges dice que soy comunista. Me alegré más que nunca por el homenaje que le rendí en “La Vuelta al día en Ochenta Mundos”
Buscábamos, como si fuésemos dos. En el tren local El Libertador, con su enorme vidriera en el vagón de cola, el mago profesor partió de Mendoza, "puerta de mi casa", como la nombrara en otra ocasión. Quería ser un escritor. Para cuando ocurrieron estos sucesos Cortázar ya tenía una mala relación con uno de los poderes políticos más fuertes de esa época, el Partido Demócrata. Lo habían acusado sistemáticamente de nazi, rosista, fascista y falangista. Claro que poco tiempo antes y durante su estadía como maestro en Chivilcoy también lo habían acusado, pero de comunista, trotskista y ateo.
- Porque yo, aunque él esté más que ciego ante la realidad del mundo, seguiré teniendo a distancia esa relación amistosa que consuela de tantas tristezas. Me temo que esa posición no sea entendida por los que cada vez pretenden más que el escritor sea como un ladrillo, con todas las aristas a la vista, el paralelepípedo macizo que sólo puede ajustarse a otro paralelepípedo. No sirvo para hacer paredes, me gusta más echadas abajo...
Habíamos entrado en el año ‘81, me rechazan una obra en el teatro Independencia “por razones ideológicas” y volvemos a San Luis los dos, el Julio me acompaña dentro de una mochila en papeles que se fueron manchando con vino tinto y voces junto al fuego. Volvemos a San Luis.
- ...quiero agradecerle una carta tan cordial, las noticias sobre las actividades teatrales en San Luis (Me hubiera gustado ver “Las Fases de Severo”) y la pieza inspirada en mi cuento.
- Pero no pudo ser.
- Lo que queda por decir es siempre una nube, dos nubes, o largas horas de cielo perfectamente limpio, rectángulo purísimo clavado con alfileres en la pared de mi cuarto.
Mi padre nació en 1914, igual que Bioy Casares y el Julio. ¿Cómo explicar lo inexplicable? Cortázar definió el milagro como "mensaje indescifrable, una tercera voluntad". Bioy prefirió hablar de "casualidad".
Mi padre buscaba algo, nunca supe qué podía ser, pero no le salió bien, las únicas armas que tenía eran sus manos y su trabajo. En el treinta y nueve casi se ahoga en el crucero “9 de Julio” que está enterrado en el fango del Río de la Plata. Mi abuelo había nacido en un barco, mi tatarabuelo era pirata en el Adriático, frente a Yugoslavia.
-. El problema de un hombre que descubre de golpe, Johnny en un caso y Oliveira en el otro, que una fatalidad biológica lo ha hecho nacer y lo ha metido en un mundo que él no acepta, Johnny por sus motivos y Oliveira por motivos más intelectuales, más elaborados, más metafísicos. Pero se parecen mucho en esencia. Johnny y Oliveira son dos individuos que cuestionan, que ponen en crisis, que niegan lo que la gran mayoría acepta por una especie de fatalidad histórica y social. Entran en el juego, viven su vida, nacen, viven y mueren. Ellos dos no están de acuerdo y los dos tienen un destino trágico porque están en contra. Se oponen por motivos diferentes. Bueno, era la primera vez en mi trabajo de escritor y en mi vida personal en que eso traduce una nueva visión del mundo.
Al finalizar el trago, esa nueva mujer que apenas se parece a la que había entrado, me hace un gesto con el pulgar hacia arriba, se sacude la ceniza de cigarrillo de la blusa y sale con paso aventurero enristrando un busto bien carnoso y una sonrisa de seguridad más roja. Se va por la escalera, pero queda una sensación agradable, como de triunfo.
- Aunque haya que seguir lavando y acomodando vasos y cubiteras.
- Ugné Karvelis, es algo así como la contrafigura de Aurora Bernárdez: tempestuosa, volcánica, sensual, habla con fuerte voz de tabaco, bebedora, expansiva, una mujer que no parece del Norte sino latina, y además una latina fogosa
- Lo que queda por decir es siempre una nube, dos nubes, o largas horas de cielo perfectamente limpio, rectángulo purísimo clavado con alfileres en la pared de mi cuarto
Hasta el viernes no tenía que trabajar, pero el viernes llegó, como todo llega, y hubo que aparecer otra vez detrás de la barra, fresco y alegre (más alegre que nunca) y trabajar casi como de costumbre.
Había una diferencia ahora, ella se sentaba cerca de mí allá en la oscuridad de botellas y heladeras. Una oscuridad buena para besarse de vez en cuando, o para una caricia al pasar. De ese otro lado con luces en tono caramelo, un par de manos tocan en el viejo piano vertical algo de “Fats” Waller, o un clarinete y una batería atacan algo de Moody Waters. De este lado acaramelado y satinado por la piel de ella, también hay melodías en sus dedos de larguísimas uñas rojas (presiento) que agarran con fuerza el contorno del muslo que está hacia abajo del mostrador y la barra oculta el frotarse una pierna y la otra sobre un pantalón una pierna y un miembro ya rígido hace varios sonidos de saxo y el sexo que apunta enmelando el mástil y los dedos se cierran jugando las notas nadie es capaz de penetrar como yo en esa oscuridad para ver mi vergüenza que la excita y me hace temblar como una máscara idiota mi sonrisa saliendo entre vasos el brillo de tragos y cubitos de hielo que el propio vapor corporal derrite y mana en final de sonata derrama abajo trazando espeso mi arpegio sobre un pantalón y la tela no espera en apuro alterado las manos separan, liberan desnudan viril instrumento de vana armonía las yemas despiertan un botón del teclado pellizcan sedosa mudez que desnuda jadeos y arriba vacía sonrisa y abajo mejillas deslizan despliegan descubren mojada boquilla que emboca pimpollo y saliva de músico en boca de ella es glissando y cerrando los labios la lengua lengüeta de oboe feroz que suena vertiendo y llenado rebosa y reboza con caldo en tanto el cuenco de negra palma acaricia y sopesa el timbal de parche velludo y las uvas tremolan y vibran de esperma que fluye hacia arriba y empuja cascada en sonidos de charco.
Todo esto cerca mientras de aquél lado, en la luz, felices los músicos cantan, le gente ignora la lucha animal de esta pequeña selva, toman más cerveza, más whisky, los vasos se renuevan y solamente irrumpe el silencio al final, en el último salto. Después de unos buches de vodka, Claudia se recuesta contra unos cajones de cerveza y se queda dormida. Es entonces cuando está más deseable. Todavía hay que limpiar y acomodar porque mañana será otro día de trabajo y porque hoy –ya - es sábado, decía Vinicius.
En realidad cuando compramos aquél Citröen 3 CV nunca pensamos que también en esto había una especie de venganza. En lo único que pensamos fue en que un autito como ése, casi un Pegaso mágico y trasnochador, era la solución a los largos viajes desde y hacia el centro. También pensamos que era la mejor forma de trasladarnos con nuestras respectivas parejas transitorias hacia sueños definitivos. Lo que no estaba previsto era tener que sacar el Citröen de una acequia orillada de tipas en plena avenida Costanera una madrugada de lluvia. Adentro esta chica, rodeada de vapor que empañaba los vidrios y en Radio Nacional Mendoza sonando el Triple Concierto versión de Oistrach; Ostropovich y Richter. Afuera está él, tan torpe con el agua hasta más arriba de los tobillos, tironeando y tratando de levantar el autito por suerte tan liviano puras latitas y lona.
- "Ayer por la mañana llegaron los cronopios a la hora en que Aurora y yo dormíamos con ese encanto especial que tiene el sueño después que ha sonado el despertador y uno está seguro de que va a llegar una hora tarde a la oficina." "Aurora y yo, encastillados en nuestro granero, nos dedicamos al trabajo, a la lectura y a la audición de los cuartetos de Alban Berg y Schoenberg, aprovechando de la ventaja de que aquí no hay nadie que nos golpee el cielo raso." "Aurora lee por sobre mi hombro y me moja una oreja con un beso para ustedes."
Después de un rato de esfuerzo cómicamente grotesco, llega la ayuda de una camioneta, un estridente chirrido de latas descosidas y el auto sale tosiendo y chapoteando hacia el nidito de sábanas calentitas.
Mañana me daré por enterado y revisaré si hay daños, pero ellos, el muchacho y esta chica flaquita, están en la habitación tan romántica desde donde se hacen escuchar a cada rato algunos estornudos. Por suerte el resfrío fue grande pero no llegó a pulmonía, y después de todo, el amor todo lo cura. ¿No? .
- Es bastante horrible esta prudencia que corresponde al escéptico, que todas las hojas de todos los árboles de nuestra vida, presentes para Funes el memorioso, estén perdidos para nosotros. Que estén ahí como el siglo diecinueve, sin estarlo, si no estuvieran, en una memoria pasiva apenas algunas tentaciones, al tiempo que las cosmogonías o el libro de Las mil y una noches que se niegan a obedecer a la voluntad. Soñé pero me resultó imposible. Me hubiera gustado mucho, pero quedó en el camino porque no era una empresa estúpida, y en cambio, difícil.
- No siempre he sido fiel a ese cauteloso dictamen; he leído con singular agrado Las Armas Secretas, de Julio Cortázar, y sus cuentos, como aquel que publiqué en la década del 40, me han parecido magníficos. Cartas de mamá, el primero del volumen, me ha impresionado hondamente. En Cartas de mamá lo trivial, lo necesariamente trivial, está en el título, en el proceder de los personajes y en la mención continua de marcas de cigarrillos o de estaciones de subterráneo. El prodigio requiere esos pormenores.
Sigo buscando Magas a campo traviesa en sótanos y paletas de colores pastosos, violetas de amanecer, damasco de verano, no es lo mismo el otoño en Mendoza cantamos un coro de hojas que dicen adiós.
- Aurora: “Toco su boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano en tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja... “ Ahora leí en los diarios que Borges dice que soy comunista. Me alegré más que nunca por el homenaje que le rendí en “La Vuelta al día en Ochenta Mundos”
Buscábamos, como si fuésemos dos. En el tren local El Libertador, con su enorme vidriera en el vagón de cola, el mago profesor partió de Mendoza, "puerta de mi casa", como la nombrara en otra ocasión. Quería ser un escritor. Para cuando ocurrieron estos sucesos Cortázar ya tenía una mala relación con uno de los poderes políticos más fuertes de esa época, el Partido Demócrata. Lo habían acusado sistemáticamente de nazi, rosista, fascista y falangista. Claro que poco tiempo antes y durante su estadía como maestro en Chivilcoy también lo habían acusado, pero de comunista, trotskista y ateo.
- Porque yo, aunque él esté más que ciego ante la realidad del mundo, seguiré teniendo a distancia esa relación amistosa que consuela de tantas tristezas. Me temo que esa posición no sea entendida por los que cada vez pretenden más que el escritor sea como un ladrillo, con todas las aristas a la vista, el paralelepípedo macizo que sólo puede ajustarse a otro paralelepípedo. No sirvo para hacer paredes, me gusta más echadas abajo...
Habíamos entrado en el año ‘81, me rechazan una obra en el teatro Independencia “por razones ideológicas” y volvemos a San Luis los dos, el Julio me acompaña dentro de una mochila en papeles que se fueron manchando con vino tinto y voces junto al fuego. Volvemos a San Luis.
- ...quiero agradecerle una carta tan cordial, las noticias sobre las actividades teatrales en San Luis (Me hubiera gustado ver “Las Fases de Severo”) y la pieza inspirada en mi cuento.
- Pero no pudo ser.
- Lo que queda por decir es siempre una nube, dos nubes, o largas horas de cielo perfectamente limpio, rectángulo purísimo clavado con alfileres en la pared de mi cuarto.
Mi padre nació en 1914, igual que Bioy Casares y el Julio. ¿Cómo explicar lo inexplicable? Cortázar definió el milagro como "mensaje indescifrable, una tercera voluntad". Bioy prefirió hablar de "casualidad".
Mi padre buscaba algo, nunca supe qué podía ser, pero no le salió bien, las únicas armas que tenía eran sus manos y su trabajo. En el treinta y nueve casi se ahoga en el crucero “9 de Julio” que está enterrado en el fango del Río de la Plata. Mi abuelo había nacido en un barco, mi tatarabuelo era pirata en el Adriático, frente a Yugoslavia.
-. El problema de un hombre que descubre de golpe, Johnny en un caso y Oliveira en el otro, que una fatalidad biológica lo ha hecho nacer y lo ha metido en un mundo que él no acepta, Johnny por sus motivos y Oliveira por motivos más intelectuales, más elaborados, más metafísicos. Pero se parecen mucho en esencia. Johnny y Oliveira son dos individuos que cuestionan, que ponen en crisis, que niegan lo que la gran mayoría acepta por una especie de fatalidad histórica y social. Entran en el juego, viven su vida, nacen, viven y mueren. Ellos dos no están de acuerdo y los dos tienen un destino trágico porque están en contra. Se oponen por motivos diferentes. Bueno, era la primera vez en mi trabajo de escritor y en mi vida personal en que eso traduce una nueva visión del mundo.
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