Sin embargo, a veces la melancolía se vuela, abre las alas y se va por una chimenea.
- Me voy pasado mañana a Nicaragua, una vez más. Cuando llegue la hora de viajar a la Argentina, ojalá podamos vernos.
- Julio, tengo que decirte la verdad, la última. Ya no hay trenes de madera, flaco, ya no irás a despedirme a la estación, ya no hay vagones con una gran vidriera para ver cómo se aleja ese horizonte trasero donde estamos agitando encendedores. Es poco, pero no estamos a oscuras.
- Gracias de nuevo, con un saludo muy cordial. JULIO
- No, no, gracias a ustedes. Para mí, hablar de Julio es una obligación. Lo quiero mucho al flaco... lo quiero mucho.
Este lobo termina solo el libro, sin La Maga ni manos unidas. Queda por cruzar otro puente, que no está en Praga. - ...en esta aventura que toca aquí a su término pero que sigue, sigue en nuestro dragón, sigue para siempre en nuestra autopista
junio 2005
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